Esta obra de Miguel Ángel Aragonés se basa en una serie de volúmenes y espacios dispuestos alrededor de un patio abierto hacia el barranco, con una arquitectura ecléctica y de formas accidentadas. La geometría aparentemente caótica encierra un orden realmente complejo y sorprendente que consiste en utilizar las blancas paredes como una pantalla tridimensional que recibe la iluminación multicolor de proyectores estratégicamente ubicados. Los planos y volúmenes "pintados" con luz crean una composición plástica completamente distinta respecto de la que muestra la luz diurna. Vía La faz de lo innumerable.
Esta obra de Miguel Ángel Aragonés se basa en una serie de volúmenes y espacios dispuestos alrededor de un patio abierto hacia el barranco, con una arquitectura ecléctica y de formas accidentadas. La geometría aparentemente caótica encierra un orden realmente complejo y sorprendente que consiste en utilizar las blancas paredes como una pantalla tridimensional que recibe la iluminación multicolor de proyectores estratégicamente ubicados. Los planos y volúmenes "pintados" con luz crean una composición plástica completamente distinta respecto de la que muestra la luz diurna. Vía La faz de lo innumerable.